La Cymothoa exigua, como se conoce científicamente a este animalito se aferra a la lengua del feliz y desprevenido pececillo que se la zampa inocentemente sin saber que acaba de alojar a un inquilino del que no volverá a desprenderse. En un principio, "el bicho", una vez aferrado con sus patas delanteras a la lengua, vampiriza al pez bebiendo su sangre a través de la arteria que suministra el riego a la lengua, ésta, al tiempo y precisamente por esa falta de riego, acaba por atrofiarse.
Aquí viene la segunda parte, cuando la Cymothoa toma el control de órgano uniéndose a sus músculos y haciendo las funciones con su propio cuerpo, en este punto según parece, deja de alimentarse de sangre para pasar a otros alimentos más sabrosos, como las mucosas del pez.