ago222011

Cuento Corto: "Informe para la Academia de Ciencias", por José Manuel Lagos A.


(Cuento ganador del Primer Lugar en el Concurso "Inventa tu Propia Raza I" en el Foro de Fantasía Épica)

N. B.: Borrador, revisar más tarde; más objetividad y menos opiniones personales.
Estimados miembros de la Academia de Ciencias de Lunzt-Berck:

Tengo el agrado (¡qué digo, el placer!) no, la felicidad de comunicarles que he logrado capturar un ejemplar vivo de la escurridiza criatura conocida como “Ninfa Nocturna” —nombre científico Nymphae Nocte Fallace Arius Montanus—, que acabo de otorgarle yo. Como es de su entero conocimiento, la existencia de esta criatura ha estado durante siglos en una zona gris entre la realidad y los mitos.


Precisamente fueron dos de estos mitos los que me ayudaron a capturar el ejemplar que describiré a continuación. Uno fue el mito de que las ninfas nocturnas suelen bañarse en las noches de luna llena en las pozas donde crecen juncos de flores amarillas, mientras que el otro fue el de que el aceite de Sardalipanira amarilla las paraliza. Largas y aburridas noches pasé acechando en las pozas de las colinas de Zmunzur, donde abundan los juncos de flores amarillas. 
Fue tan sólo la noche recién pasada, mientras la luna se elevaba en el cielo en su cuarto menguante, cuando descubrí a una ninfa nocturna bañándose en una de las pozas, sola y jugueteando con las luciérnagas. Me quede observándola largo rato, con el fin de estudiar su conducta en su medio-ambiente, aunque debo reconocer que su sola presencia era hechizante, por lo que en todo ese tiempo no anoté ni un sólo dato. Cuando finalmente logré capturarla —gracias a una cerbatana y a un dardo impregnado de aceite de Sardalipanira amarilla—, pude comprobar de que felizmente el mito sobre su efecto en las ninfas resulto ser cierto. 
Otro mito que pude comprobar fue la legendaria belleza física de las ninfas, ya que al verla bañarse en aquella fuente —desnuda, con la brisa nocturna agitando sus cabellos y con la luz de la luna produciendo reflejos plateados en su piel—, experimenté una reacción física como no me había ocurrido hacia años (nota al margen: revisar esto último). Vamos, que la tenía más tiesa que la mano de un mercader khamurrita apretando su bolsa de monedas (nota al margen: revisar, no, eliminar esto último). Pero al fin logre librarme de su hechizo y dejar de contemplar aquel delicado y delicioso cuerpo de suaves carnes (nota al margen: revisar esto último).  
De modo que estos instantes tengo a mi ejemplar de Nymphae Nocte Fallace sobre la mesa de disecciones, muerta y preparada para hacer una exploración en profundidad de todas sus cavidades internas (nota al margen: esto último no sonó muy bien. Revisar).
  • Tamaño: De la cabeza a la punta de los pies, unas 7 palmas y media (algo más baja que una mujer normal).
  • Proporciones: Perfectas.
  • Color de piel: Es difícil de definir; a veces azul, a veces púrpura, varía según la luz que se refleje en su piel, cambiando de color en matices que van del azul muy oscuro, casi negro, al celeste pálido.
  • Color de ojos: Plateados. Son muy brillantes y reflejan la luz de la luna. 
  • Cabello: Muy largo, liso y perfumado. Huele a arándanos y tiene el mismo color. Es adictivo.
  • Vestimenta: No lleva.
  • Descripción: Adjunto un dibujo con la postura que tiene el cuerpo del ejemplar en este momento (Nota: hacer un dibujo mas detallado, que no sea solo palitos y un circulo para la cabeza).
Al momento de dispararle el dardo la ninfa estaba saliendo del agua: es por eso que su brazo izquierdo se encuentra recto —es con el que se apoyaba en la orilla—, mientras que el derecho se encuentra levemente flexionado. El caso de las piernas es similar: la izquierda  está doblada y la derecha casi… bueno, casiderecha, al sostenerse con ella en el fondo de la poza. Por eso también su rostro, su adorable rostro (nota al margen: revisar) tiene una clara expresión de sorpresa; me pregunto si fue porque logró verme o por el pinchazo del dardo, y si  acaso se dio cuenta de lo que ocurría antes de que su cuerpo se transformara en una estatua de carne endurecida.
El efecto de la Sardalipanira amarilla es sorprendente: el cuerpo del ejemplar se halla totalmente rígido. Si bien al presionar con un dedo su piel presenta la misma textura y consistencia que la carne, no es posible mover ninguno de sus miembros, no sin forzarlos y exponerse a romper alguno de ellos. Si otro de los mitos es cierto, la luz de la luna llena a medianoche o el aceite de Sardalipanira carmesí son lo único que puede curar esta petrificación.
La ninfa es claramente una hembra; al parecer todos los miembros de su especie lo son, y sólo podemos teorizar sobre su medio de reproducción, aunque un examen a sus órganos internos aportará, espero, más datos sobre este misterio (quizás estemos hablando de una especie hermafrodita, o tal vez se reproduzcan por esporas).
Al llamarla “hembra” me baso en que todo su cuerpo que, salvo pequeños detalles, es idéntico al de una mujer humana, aunque de una perfección inimaginable. El rostro es hermosísimo y delicado, la piel muy suave y de una consistencia cuasi liquida, los brazos redondeados, y los pechos amplios, acariciables y se sienten tibios y dulces al tacto (nota al margen: revisar esto último). Los muslos son aún mas suaves y tentadores, y al posar la mano sobre ellos esta se desliza de manera irresistible hacia su intimidad (nota al margen: definitivamente, revisar esto último). Lo más asombroso en su anatomía, eso sí, son las alas que se nacen de su espalda, en medio de sus omóplatos, tan perfectamente integradas al resto del cuerpo que lo que realmente resulta extraño no es que una ninfa las tenga, sino que el resto de las mujeres no las posean. Estas son transparentes, frágiles, de libélula, y debemos suponer le permiten volar, no creo que estén sólo de adorno
Aquí se detuvo: dudaba en como contar lo siguiente, o siquiera en contarlo. En un informe científico e imparcial como este no tenía cabida la compasión o el arrepentimiento, ambos causados por los ojos de la ninfa. Eran estos unos ojos aún vivos, temblorosos, ojos que expresaban sorpresa, y después miedo; ojos que causaban lastima. Todo ello mientras él la examinaba y tomaba notas sobre su fisiología. Esos ojos casi lo hicieron dudar en su determinación de destazarla y examinar sus órganos internos, pero sólo casi. De allí que deslizar dos gotas del poderosísimo veneno tyhjouun por su garganta era lo mas misericordioso que podía hacer. Ella ni siquiera llegaría a sentir su sabor.

Cuando tomó la pluma para continuar escribiendo escuchó un ruido, como de algo que se rompía. Dio la vuelta, y al principio no vio nada extraño: la sala de disecciones seguía igual, con los muros cubiertos con repisas y estanterías con frascos con diversos ejemplares flotando en alcohol, mesas con balanzas y herramientas de cirugía, y en el centro una gran mesa donde se hallaba el cuerpo de la ninfa cubierto por una sábana… un momento.

La mesa estaba vacía.

Encima sólo se hallaba la sábana, y el ruido que sintió era el frasco con veneno tyhjouun que había dejado a los pies de la mesa. Del cuerpo de la ninfa no se veía nada: no estaba por ningún lado. Tenso, sin mover un músculo, Arias Montano comenzó a pensar velozmente una explicación a este fenómeno, ¿seria que las ninfas al morir desaparecían, se evaporaban? Eso no le habría extrañado, pero no, esa no era la explicación. Ya no lo fue cuando vio pasar una sombra de una esquina oscura de la habitación a otra, en menos tiempo que un latido de su acelerado corazón.

De pronto, su mente recordó algo.

Ingredientes:
  • Polvo de hongos de Yuggoth
  • Agua pura destilada
  • Aceite de Sardalipanira carmesí

Esos eran los ingredientes del veneno tyhjouun, y para Arias Montano, naturalista de la Academia de Ciencias de Lunzt-Berck, descubrir el misterio de la ninfa nocturna revivida le sirvió, durante el tiempo de dos latidos, de consuelo. Un segundo más tarde caía con la garganta cortada, casi separada la cabeza del tronco, por una de las herramientas quirúrgicas que usaba en sus disecciones.

Las ninfas nocturnas son hermosísimas, pero se dice que no soportan la crueldad, en especial si es contra ellas.