Cuando Asger Christensen empezó a trabajar como ganadero, habían unos 40.000 granjeros dedicados a los lácteos en Dinamarca. Ahora tan sólo quedan 3.000.
Los Christensens tienen una granja familiar donde cultivan maíz y trigo. Una propiedad que Asger compró a sus padres y que ha estado en manos de la familia desde 1760.
Son supervivientes de una industria que ha recibido numerosos embates, debido a las fuertes presiones que el sector de productores de lácteos ha sufrido en años recientes.
Las grandes compañías minoristas exigen a los proveedores una reducción de los precios de la leche en muchos países, dificultando la vida de los pequeños productores. La caída de las ventas en Estados Unidos en particular ha tenido también un impacto.
Todo esto supone que cualquier cosa que ayude a maximizar beneficios y a la vez mantener a las vacas felices y productivas, hace una gran diferencia.
Durante los últimos ocho meses, Christensen ha puesto a prueba el GEA CowView, una tecnología que le permite rastrear el movimiento de cualquier animal de su ganado.
"Puedes ver por cuánto tiempo han estado recostadas las vacas, puedes ver cuántas horas durmieron, por cuánto rato caminaron y me dice un poco cómo se siente la vaca", explicó.
"Si una vaca está recostada por mucho tiempo, quizás esté enferma. Y en mi iPhone puedo ver dónde está esta vaca en el establo".
Cada vaca lleva un collar especial equipado con una etiqueta RTLS (sitema de localización a tiempo real). Estas etiquetas son leídas por sensores presentes en el tejado del establo.
De este modo, el sistema puede decirle al granjero con alertas a tiempo real en su celular, si la vaca está enferma o si está en celo y lista para ser inseminada.
"En el sistema puedes ver que la vaca no está muy feliz. La tecnología puede decirme si la vaca está enferma dos días antes de que yo pueda verlo con mis propios ojos", dice Christensen.
"Si puedes ayudar a la vaca dos días antes es dinero, porque la vaca sin estar enferma es más fácil de tratar".
También le permite encontrar a una vaca rápidamente, cuenta, "si marco el número 5022 en mi iPhone, dos segundos después puedo ver dónde está la vaca".
Mal comportamiento
Keld Florczak, de GEA Farm Technologies, es el hombre detrás de este proyecto.
"Una vaca es un animal gregario, así que trata de ocultar sus debilidades lo máximo posible, pero no puede ocultar sus cambios de humor", explicó.
"Pero un ganadero puede que no vea el cambio en comportamiento porque no hay una enfermedad física".
Cuando se se le pone una etiqueta electrónica a la vaca, lleva entre 6 y 10 días construir una base de datos sobre el comportamiento del animal, y el sensor tiene un alcance de 600 metros.
Las vacas son criaturas de hábitos, aclara Florczak.
"Si puede, escogerá echarse la misma cantidad de tiempo, comer la misma cantidad y caminar la misma distancia".
"Si una vaca empieza a estar en celo empezará a caminar más, a socializar más con las otras vacas y saldrá de su cubículo".
"Necesita la misma cantidad de comida, pero estará demasiado activa como para quedarse ahí y comer, caminará hacia la mesa de alimentos y luego irá a jugar con sus amigas".
Del mismo modo, una falta de actividad puede indicar enfermedad o cojera.
"La cojera supone un gran costo para los ganaderos. Y si identifica a una vaca la habrá salvado, porque en el momento en que tiene la enfermedad o una fiebre ya es demasiado tarde".
Precisión
Este mismo sistema se usa tanto en Dinamarca como en Alemania y Holanda, y va a ser introducido el próximo mes en Reino Unido y Estados Unidos. Florczak, estima que puede amortizarse en uno o dos años.
CowView usa un tipo de RFID (identificación por radio frecuencia) llamado tecnología UWB (ultra-wideband).
"Uno de los retos que teníamos al principio es encontrar la tecnología que nos diera una precisión o triangulación lo suficientemente buena", aclaró.
"Hasta entonces nos habíamos mantenido en unos metros, y eso no es suficiente para identificar cambios de comportamiento".
El sistema ahora es preciso en 30-50 cm. UWB además usa muy poca energía, lo que hace que las etiquetas electrónicas tengan una vida de siete años.
La tecnología RFID no es nueva en ganadería, pero tradicionamente se ha usado para rastrear a animales en movimiento de granja en granja y para evitar robos.
Lo que hace que estas etiquetas electrónicas sean diferentes es que son activas más que pasivas; transmiten señales en lugar de esperar a ser leídas.
Reticencias
"Creo que la tecnología es muy fuerte", opina Raghu Das de la firma de investigación de mercado IDTechEx, un especialista en dispositivos RFID para agricultura.
"Y hay una gama de opciones disponible. Algunos tienen ultra ancho de banda, lo que les da una gran precisión en términos de localización, Pero normalmente, no siempre, esto tiene un precio más alto que otros menos precisos".
Algunos ganaderos tienen dudas a la hora de adoptar esta tecnología que tendrán que ser resueltas, añade Das, "Creo que dependerá del caso, porque si tienes mucho ganado necesitarás un gran ancho de banda, y si no tienes mucho en campo abierto entonces un sistema más barato funcionará".
Por otra parte, pensarán algunos, también es probable que las vacas teman que tales tecnologías atenten contra su privacidad.